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jueves, 12 de octubre de 2017

Un zoo. (Ejercicio litoralario)

El tigre de cristal,
en vagaroso andar,
rompe la transparencia,
realiza su presencia
en azul ultramar,
el tigre de cristal.

La jirafa geométrica
de la tierra africana,
con verticalidad
y horizontalidad
calcula, cartesiana,
la jirafa geométrica.

El búho de metal
rechina su caldera,
y argénteo ulular
se refracta al volar,
por la noche en la era,
el búho de metal.

La hiena melancólica
escribe tanto, tanto,
almohadas de poemas,
y surgen los dilemas,
y en su risa hay un llanto,
la hiena melancólica.

El pingüino otoñal,
su traje bicolor,
tornó por tornasol,
color gualda español
y de marchita flor,
el pingüino otoñal.

La tortuga infinita
renunció a sus deberes,
coach personal de Aquiles,
harta de los desfiles
de aporías de seres,
la tortuga infinita

jueves, 26 de enero de 2017

Ejercicio litoralario o a orillas de la literatura.

Pedro preguntó por Anita a su padre. "Anita lava la tina" -palindromó el progenitor-. Se adelantó al patio trasero y ahí encontróla. Controlaba ella con enjundia un enjuague, cuando apercibió la entrada de su pretendiente. Lo miró con torva faz y le dijo -¿A qué vienes? ¿No ves que un vienés tengo ya? El vienés vino y Anita se lo tomó. Apuntó con inequívoco ademán a su mascota lagarto y Pedro comprendió de qué lado mascaba la iguana. Rompió una taza y se fue. Derrotado, por el derrotero derramó logarítmicas lágrimas. Logarítmicas porque crecían exponencialmente.
Pedro fue con el abad del pueblo, quien dábale arroz a la zorra, sí, el abad. Le pareció a Pedro que alimento idóneo para las vulpejas no era el arroz, sino las cálidas entrañas de algún entrañable pollo. Pero se cayó, por respeto. Y así, de rodillas, le pidió al abad consejo. "¿Qué he de hacer si me han roto el corazón?" - Hubo dicho Pedro -. El abad hubo abatido una mosca y le hubo respondido - Primero, dejar de hablar con verbos compuestos, mejor di "¿que hago si me rompieron el corazón?".
Pedró tomó el consejo, se lo guardó y dejó de componer verbos: se limitó a los sustantivos. "¿Qué si un coraziroto poseído por mi es el caso?" -volvió a preguntar Pedro-. "Mejor -respondió el abad-, sólo necesitas hacerle notar tu noesis, ¿no es ese siseo la tetera?...ah sí, como decía, intenta intimar tus intenciones.  
Pedro recordó sus clases de fenomenología de la primaria y se percató y se perprobó de un uso impropio de la palabra noesis. ¿Pero qué iba a saber él, si impropio tenía el coraziroto? Nadó entre la nada de sus denuedos. "Compermiso, Gracias", "De nada" -le devolvían- mientras pasaba. Y una pasa habia devenido su corazón. Desasosegábase. Sopesabase los pros y los contras de su empresa. Anidar con Anita había anhelado, porque más vale pájaro en mano, que con un vienés. Cazó su sino hasta su casa. Se reintegró y repensó. Se repuso y puso a reposar el repollo en la repisa; resintió el refresco que reincidia en las rendijas remendadas.
Después de su merienda, se dio rienda hacia el redil de Anita. Impertérrito, Pedro preguntó por Anita a su padre.